Una bruja de Medellín

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‘De que las hay, las hay’, dice adagio popular. Día de disfraces remite a creencias llenas de magia.

Gloria Elvia Penagos nunca se imaginó que sería bruja. Sin embargo, ‘el don’, como ella lo nombra, le llegó a sus 9 años de edad, cuando vivía en una zona rural del municipio de Ciudad Bolívar, suroeste antioqueño, el lugar que dejó años después para partir hacia Medellín.

Ella, quien desde niña comenzó con las visiones, sufrió más de una vez los castigos de su madre al comentarle que veía un “viejito con costal” en el patio de la casa, el mismo señor que había entrado a la cocina para cambiar la carne de la comida. “Me decía que era mentira y yo fui creciendo y las cosas que veía me daban miedo”, recordó la mujer.

Hoy, a sus 63 años, Gloria trabaja desde su hogar como una bruja blanca, en sus propias palabras: habla con los ángeles, lee las cartas, las palmas de las manos y asiste sin falta a la misa católica de la parroquia de su barrio.

La tradicional celebración de Halloween, que tiene lugar mañana, no le gusta. La considera, como se lo dijeron varios ancianos a lo largo de los años, un día de mala suerte.

Sin embargo, las referencias y simbolismos de la fecha han estado presentes en gran parte de su existencia.

“Uno después se consigue sus libritos y sus truquitos”, detalló entre risas la mujer, que cobra 20.000 pesos por adivinar el futuro de personas que acuden a ella en busca de respuestas a sus problemas y de predicciones sobre el futuro que les espera.

En la habitación de su hija menor organizó una mesa con mantel, velones y repisas repletas de ángeles, fragancias, riegos y pócimas, lugar en el que atiende a las personas que, como ella dijo, “ponen la confianza en un humano y no en Dios”.

Dijo: «Uno después se consigue sus libritos y sus truquitos»

Su trabajo, que en el pasado no era tan blanco como el que hoy hace, le trajo muchas desgracias, motivo por el que quiso redimir todo el mal que ocasionó, según explicó.

Al rememorar su historia, contó que, por cosas del destino, no pudo cumplir su sueño de estudiar Psicología. Una amiga fue la primera que le regaló un libro sobre magia. Al principio, relató, se dedicó a practicarla. Luego fue aprendiendo cada vez más.

“Lo malo se devuelve. Esta vida es una pelota de rebote. Yo manejaba muchísima gente. Nadie sabe cómo yo estoy viva”, dijo Gloria, quien aseguró que vivió en carne propia el costo de las malas acciones. Por ello, decidió cambiar el foco de su magia. 

Se convirtió en la consejera de aquellas mujeres que buscan saber si sus esposos las engañan o de los hombres que necesitan información sobre el futuro de sus negocios.

Su clientela no baja de 10 personas por día y aseguró que la mitad de quienes acuden a ella pretende que les haga ‘trabajos’ de oscurantismo, algo a lo que le cogió miedo y se rehúsa hacer. “Ya hago las cosas con el corazón, con Dios por delante, pues conocí la brujería negra y es lo peor que puede existir”, expresó desde la mesa en la que escucha a sus clientes.

Mientras contaba su historia, también aconsejaba sobre los colores, las energías y los remedios caseros que sirven para curar algunos males como lo los vicios.

Ya hago las cosas con el corazón, con Dios por delante, pues conocí la brujería negra y es lo peor que puede existir.

Atrás quedaron los días en los que congelaba a las personas, para quitarles la voluntad de vivir. “Yo hacía otro trabajo muy feo. Me acuerdo y me da pena de mí misma. A las personas que tenían un enemigo bien verraco, les pedía foto de él, los amarraba con hilo negro, los metía en ácido, en esa época uno compraba ácido, metía la foto y pum, al congelador (…) Un obispo me dijo que era el pecado más grande. A la persona se le quitaba la voluntad”, manifestó.

También quedaron atrás los matrimonios que más de una vez dañó con sus palabras, esas que según aseguró, son el arma mortal para el alma.

Por eso, hoy en día da consejos a las personas para que encuentren el mejor camino en sus vidas. Tiene también el don de la palabra y, reconoció, que con su forma de hablar ha envuelto a más de uno. “Esto es enviciador, ¿cómo es que yo pongo a una cantidad de personas aquí a creer en mí?”, preguntó en voz alta, al tiempo que soltó una carcajada, que puso fin al relato de su historia.

Sigue la tradición del disfraz

Brujas, conjuros, fantasmas y hechizos siguen siendo la representación simbólica de la tradicional celebración de Halloween en varios países del mundo, a la que se suman los divertidos disfraces que grandes y chicos lucen en esta fecha, ya sea para conseguir dulces o para disfrutar de una fiesta con familiares y amigos.

De acuerdo con la encuesta de Fenalco sobre Halloween 2017, que fue practicada a 591 adultos, este año aumentó el número de personas que participa en la celebración, con un 66 por ciento, frente a 62 por ciento en 2016 y 2015.

Entre tanto, el 42 por ciento de los colombianos que celebran esta fecha gastará entre 50.000 y 100.000 pesos en el disfraz y el 82 por ciento comprará dulces para repartirles a los niños.

Asimismo, los lugares elegidos para pasar Halloween son: el barrio, para pedir dulces, con un 41 por ciento de encuestados, centros comerciales (29 por ciento), una fiesta en casa (14 por ciento), una discoteca (14 por ciento) y un restaurante (2 por ciento).

Por otro lado, el 18 por ciento dijo celebrar la fecha con los amigos, el 11 por ciento con compañeros de trabajo, el 5 por ciento con la pareja y el 6 por ciento con los vecinos. Los niños siguen siendo los preferidos, pues el 60 por ciento pasa el día con los hijos o sobrinos.

Por ello, las autoridades recomiendan mantenerse atentos y cuidar muy bien a los menores de edad en sitios públicos.

Fuente: eltiempo.com