Y poco a poco fui aprendiendo que no debo esperar nada de la gente, que la vida tiene su misterio y que algunos recuerdos hieren, pero hay que ser valiente, mirar hacia enfrente, llenar los bolsillos de nuevos comienzos y seguir sin detenerse.
Un día, sin más,
te das cuenta de que hay personas
que llegan a tu vida
sin ninguna intención de dejarte ir,
personas que sabes que nunca jamás
firmarán un pacto de «punto y aparte»,
sin borrones y cuentas nuevas.
Hay personas que te lo ponen difícil,
que tienen todo y nada a la vez,
personas con las que vivir una vida y media
mientras añoras las otras tres
que no llegas a alcanzar.
Hay personas que hacen de un camino seco
la octava maravilla de este maldito mundo,
que llenan de océanos los desiertos,
que escriben melodías en mañanas de lunes.
Hay personas que son y no
y son
y no
y son
y no…
que te vuelven loco
que te tiran cuerdas
que te dejan colgando
y lo peor de todo…
que te hacen volar.
Hay personas que cuando se van
cumplen la maldita incoherencia
de llevarse todo y de dejarse todo
a partes iguales
apostando al dolor con doble o nada.
Hay personas que son lo que esperas
y esperas que nunca terminan,
personas que trenzan versos
y silencios que forman heridas.
Hay personas
y personas
y personas…
y luego estás tú
y este pasado punzante,
este futuro que no es
y este presente que llega Cuando tú ya no.