¿Cómo curar un alma rota?

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En la actualidad, ya es más común escuchar casos de depresión pero también sobre formas de identificarla.

Son muchas las personas que llegan a las consultas de atención primaria con un dolor. Con esa migraña que no nos deja vivir. Con esa tensión elevada que acelera nuestro corazón.

Con esa pena en el alma que abruma, que agota, que nos impide levantarnos por las mañanas.

Nos duele el cuerpo. Y como tal, recibimos esas pastillas para el dolor de la vida. ¿Es lo adecuado? No podemos atribuir toda la culpa a los médicos, es poco el tiempo que tienen para atendernos y es habitual, por ejemplo, volver a casa con un tratamiento poco acertado. Al poco volverá esa acidez de estómago, esos mareos que nos impiden salir de casa y esas taquicardias que se acentúan cuando volvemos al trabajo.

La vida duele. La vida tiene efectos secundarios que hiere nuestra alma y enferma nuestro cuerpo. ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo enfrentarnos a esta dura realidad?

El problema más frecuente en las consultas médicas

No vamos a entrar aquí en discusiones filosóficas o religiosas sobre la existencia o no del alma. Pero todos entendemos el concepto. Al alma atribuimos lo que somos, lo que sentimos, en ella están nuestros miedos y nuestras ansiedades. Nuestros sueños.

Existen teorías que van un poco más allá, que nos hablan del concepto de la regresión y de vidas anteriores, ahí donde seguimos “cargando” con asuntos sin solucionar. Pero no vamos a entrar en estos conceptos.

Nos quedaremos en la idea básica de que el alma es una representación de nuestra auténtica esencia. Una entidad muy frágil, vulnerable y que diariamente se siente herida. ¿Cómo avanzar por nuestra cotidianidad si nuestro ser se encuentra decepcionado o coaccionado?

El cuerpo se resiente y la somatización es, posiblemente, una de las realidades más comunes en casi todas las consultas médicas.

Una depresión no diagnosticada seguirá escondida, pero patente en la persona que la sufre. De nada le sirve un calmante para ese dolor de espalda o de estómago. La persona llega al especialista quejándose del sufrimiento, de esos problemas gastrointestinales que apenas le permiten comer nada…

Enfrentarse al problema

¿Qué podemos hacer? En primer lugar, ser responsable. Hay que ser consciente de que el verdadero foco del problema está en nuestra mente, no es nuestro cuerpo. Y puede que te sorprenda, pero algo así no es fácil de admitir para muchos de nosotros.

Es más fácil asumir que padecemos migrañas que una depresión. Curioso también lo que se da en muchas familias donde uno de los miembros es diagnosticado con esta enfermedad, con una depresión. ¿Cómo deben tratar a ese familiar? ¿Cómo nos dirigimos a él? ¿Qué debe hacer un niño cuya madre padece una depresión?

De algún modo, nuestra sociedad no termina de aceptar o de asumir esos “dolores del alma”. Cuando en realidad, sería precisamente el mejor instrumento de ayuda y de apoyo. La familia, los amigos… pueden ser en ocasiones el mejor “sustrato” para ayudarnos en estas situaciones.

Pero, ¿cómo se cura el alma?

Sé consciente de lo que ocurre a tu alrededor y de cómo te afectan las cosas. En ocasiones cedemos más de la cuenta. Aceptamos cosas en contra de nuestros valores. Nos vemos envueltos en relaciones tóxicas de las que no somos conscientes hasta que es tarde. Atiéndete, analiza lo que sucede a tu alrededor y valora cómo te afecta. El autoconocimiento es esencial como estrategia de afrontamiento.

Cuando llegues a casa con dolor de cabeza, tensado y con un profundo malestar, antes de recurrir a un fármaco permítete un tiempo para ti. Dos horas de descanso, de estar contigo mismo. Un instante de tiempo en “tu palacio de pensamientos”, donde desconectar y ser tú mismo.

Si esto alivia tu malestar físico, tal vez sea hora de hacer pequeños cambios en tu vida. Sabemos que no siempre es fácil encontrar este tiempo para nosotros mismos, pero ten en cuenta que poco a poco, te irás “perdiendo” si no asumes nuevas medidas. Difuminando en obligaciones que te alejan de tu equilibrio, de tu bienestar.

No tengas miedo a expresar en voz alta aquello que te duele. Aquello que te molesta y que te afecta. Si guardas silencio y lo escondes, día a día esa inquietud acabará transformándose en un dolor físico. Acepta, expresa, busca ayuda, y emprende el proceso del cambio en busca de ese ansiado bienestar. Esa tranquilidad en el “alma”, a la que todos tenemos derecho.

Cómo sanar el alma herida

Para poder curar el alma es importante que tomemos la responsabilidad de cuidar de uno mismo. Especialmente, cuando esas heridas pesan demasiado. En ese caso, intenta estar más tiempo solo porque las compañías excesivas pueden convertirse en ruido para tu mente, cuando necesitas mirar dentro de ti y conectar contigo. Es mejor que busques amigos con los que incluso, puedes estar en silencio. La verdadera amistad, se funda en la presencia.

La tristeza es humana y, como tal, es importante asumirla y vivirla. Además, es importante analizar las causas de la tristeza presente para poder avanzar y poner un remedio. Por ejemplo, si la causa de tu tristeza es un desamor, entonces, ha llegado el momento de romper todo contacto con esa persona que te ha roto el corazón.

Cómo curar las heridas del alma con el paso del tiempo

Tomás de Aquino afirma que el tiempo todo lo cura y que, al principio, el dolor se siente más. Por tanto, aprender a esperar es la única fórmula a la hora de ir aliviando ese dolor que está en el interior y que no se va de un día para otro. Puedes leer libros porque a través de la imaginación, potencias tu propio bienestar. Cultiva la belleza a través del ejercicio de tus aficiones.

Pasa más tiempo en casa porque necesitas de un espacio de intimidad para poder estar bien y ser tú de verdad al cien por cien. Tener que hacer el esfuerzo de aparentar que estás perfectamente ante los demás, cuando no es así, puede llegar a romperte.

Para sanar las heridas del alma y del corazón no debes de huir del dolor sino que tienes que enfrentarte a él, aceptarlo y superarlo. Poner una tirita o una cortina de humo no te servirá de nada más que de retrasar o alargar el sufrimiento. Después de una decepción o de una situación mala es normal que sintamos tristeza y dolor, por tanto, tenemos que vivirlo. Forma parte de la vida.

Sanar el alma y curar el cuerpo

Una manera muy efectiva de curar las heridas del alma es centrándote en tu estado de salud físico. Hacer deporte, comer de manera equilibrada, meditar y cuidar tu cuerpo en general es una técnica para volver a equilibrar tu mente y encontrar el bienestar psicológico. De este modo, no solo sabemos cómo sanar el alma espiritualmente, si no que conseguiremos curar el cuerpo y cultivar nuestra salud.

Sanar heridas emocionales con estos consejos

Si quieres aprender cómo sanar las heridas del alma y del corazón es importante que sepamos la causa de nuestro dolor. Muchas veces, el dolor puede proceder por una relación con alguien (tanto amorosa como de amistad o familiar), por la muerte de un ser querido, por la traición de alguien, etcétera. Encontrar la causa de nuestro malestar es el primer paso para poder sanar nuestras heridas.

Además de esto, aquí te dejamos algunos consejos que te ayudarán a sanar heridas emocionales y, así, poder volver a recuperar el control:

  • Acepta la herida y aprende de ella: tal y como ya te hemos indicado, no debes huir del dolor sino que tienes que mirarlo cara a cara, aceptarlo y superarlo. Esta es la única manera de que este proceso puedas superarlo de forma sana y beneficiosa para ti y tu futuro. El dolor forma parte de la vida y, por ello, debemos aprender de él y vivirlo como una etapa más de nuestra existencia.
  • No te reproches nada: está claro que podrías haber hecho algo de forma diferente para no sentirte así pero ¿qué quieres hacer ahora? Nada. Recrearte en todo aquello que pudiste hacer y no hiciste no te va a aportar nada más que sufrimiento y entrar en un círculo de auto-castigo del que es muy difícil salir. Perdónate a ti mismo y continúa hacia adelante.
  • Considera esta herida como crecimiento: la vida es un continuo aprendizaje, ¿verdad? Por tanto, tienes que saber que te enseñará tanto a las buenas como a las malas y, de hecho, es de los fracasos y del dolor donde más se puede aprender y conseguir una enseñanza. Las heridas del corazón pueden ser muy dolorosas, sin embargo, es importante tomárselo como una importante experiencia.
  • Date tiempo: y como ya hemos dicho es importante no tener prisas por superar esta fase. Date el tiempo que necesites, no te fustigues ni te presiones. Déjate estar tranquila, curándote tus heridas y aprendiendo de lo que ha sucedido. El tiempo es el maestro en estas situaciones así que, pasito a pasito.

Frases para sanar el alma

Para ayudarte a que puedas sanar el alma y curar las heridas del corazón, a continuación vamos a darte algunas frases que podrán servirte de inspiración y ayudarte a vivir esta etapa de forma positiva y constructiva:

  • Sonríe por todo lo que has aprendido y deja de llorar por lo que has perdido
  • Lo esencial es invisible para los ojos, solo el corazón nos deja ver bien
  • Un corazón roto es una nueva oportunidad para abrirse y recomponerse de nuevo
  • Todo en esta vida es crecimiento: de las caídas se aprende mucho más que del camino
  • Las grandes hazañas comportan riesgos
  • Arriesgarse es de valientes
  • Las personas heridas, siempre, resurgen más fuertes
  • Tienes que sonreír por todo aquello que te ha sucedido y dejar de llorar porque se haya terminado

Bendiciones y luz, Asun Vidal.